¿Quién no ha escuchado hablar de los cursos a distancia? No son ninguna novedad, no los hemos inventado ahora, pero en tiempos de confinamiento nos hemos visto obligados a poner en marcha todas las estrategias pedagógicas y a poner en juego las diferentes modalidades educativas para intentar adaptarnos a la “nueva normalidad” impuesta.

En el Ifoc hemos lanzado numerosas acciones formativas online, con gran éxito de participación. 

¿Pero, en que consiste la educación a distancia?

Educar a distancia es un concepto sencillo y antiguo, que simplemente implica que el docente y el alumno estén en espacios diferentes y/o en asincronía.

Es decir, tradicionalmente entendemos que el alumno y el docente tienen que compartir espacio y tiempo para poder interactuar y que se produzca el aprendizaje, pero la experiencia y la necesidad nos demuestra que, si la institución educativa diseña los contenidos y los canales de comunicación adecuados, se puede aprender mediante unos apuntes, libros, apoyo informático, conversaciones telefónicas, videollamadas, videos educativos y todos los recursos que podamos activar.

¿Qué inconvenientes y dificultades presenta la formación a distancia?

Como explica nuestra docente de Inglés profesional para Restauración, Ana Alonso: “es incomparable a la experiencia de un aula…  ¿que no daríamos todos para reunirnos, hacer los ejercicios juntos, reír y tomar un cafetito en la hora del descanso?”. Además, solemos tener problemas técnicos como que se rompe el ordenador, nos falla la línea, se acaba la batería. Estas situaciones seguro que nos suenan a todos, ¿no? Además, a veces cuesta encontrar el momento y el espacio para concentrarse desde casa. 

Pero todas las dificultades se ven compensadas por las numerosas ventajas que encontramos en la formación a distancia: 

Flexibilidad del alumno para escoger el tiempo de estudio, los contenidos y la manera de trabajar, etc.

Innovación y reflexión: El docente puede planificar y adaptar los contenidos y poner en marcha estrategias innovadoras.

Alumno en el centro: Sitúa el alumno en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje: la autonomía que requiere estudiar desde casa asegura una mayor implicación del alumno. 

Motivación: Es motivador, las pantallas nos atraen, las nuevas metodologías nos animan. 

Competencias: Adquirimos nuevas competencias, reforzamos algunas que ya teníamos como organización del tiempo y del pensamiento, respetar el turno de palabra, elaborar mejor las ideas para poderlas transmitir en este nuevo medio, etc.

Ana Alonso destaca también que el alumnado de cursos a distancia en tiempo de confinamiento agradece ocupar su tiempo con actividades productivas que los distraigan de las preocupaciones: “si estudias aprovechas tu tiempo, un tiempo que todos tenemos la sensación de estar perdiendo. Además, nos preparamos por el retorno en la vida normal, que estará llena de retos y dificultades, pero también de nuevas oportunidades de reciclarte y reinventarte “. Nos enfocamos en el futuro con esperanza, olvidando por un momento el presente que nos entristece.

En este sentido, también hay que destacar que la formación a distancia en tiempo de confinamiento es como “salir al exterior”. Nos reunimos con otras personas con el pretexto de hacer una videoconferencia o un trabajo en grupo, o una conversación con el profesor. 

En definitiva, a pesar de que el confinamiento nos ha hecho perder el trato personal que nos ofrece la enseñanza presencial tradicional, una de las cosas más útiles que podemos hacer estos días es formarnos y está conectados con otras personas con quienes compartimos intereses y proyectarnos hacia el futuro.

 

 

 

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